Ante
la parálisis artística, Jacobo Castellano, Jaime de la Jara, Abraham
Lacalle y Miki Leal crean un nuevo espacio autogestionado en Madrid
Bea ESPEJO | EL CULTURAL de EL MUNDO
No es una galería, ni un centro de arte, ni una fundación privada aunque todo es susceptible de venta, se expone arte contemporáneo y lo avala un mecenas. noestudio es una antigua piscifactoría situada en el madrileño barrio de Salamanca convertida hoy en laboratorio artístico donde Jacobo Castellano, Jaime de la Jara, Abraham Lacalle y Miki Leal instalarán su taller el próximo mes de febrero. Aunque aquello no sólo será un foco de estudios, de ahí su nombre. Programas expositivos, producción de obra y una editorial de libros de artistas convierten este espacio autogestionado en uno de los proyectos más destacados de la temporada. Es un ejemplo de que si se quiere, se puede. Hablamos con los artistas de dinámicas y vicios. De centros de arte, galerías y dinero. De modelos a seguir y de los que huir.
El número 64 de la calle Maldonado, ubicado en el barrio de Salamanca de Madrid, nació en los años 40 como una piscifactoría. Es una nave a dos aguas con tragaluz de unos 450 m2. En ellos se vendieron también muebles, se hicieron fotocopias y se almacenó papel. Hoy es un lugar en obras en manos del estudio de arquitectura Martín Majan, los responsables de convertir esa antigua tienda de crianza de peces en un espacio artístico. Abrirá el próximo 18 de febrero con el nombre de noestudio y el apoyo y entusiasmo de un coleccionista murciano que ha actuado como mecenas financiando el 100% del proyecto: el alquiler del espacio y un presupuesto de unos 70.000 euros anuales para la producción de obras y exposiciones, para acoger a un artista en residencia y para una pequeña editorial de libros de artistas y catálogos que difícilmente tienen cabida en el mundo editorial de este país. En la base de este espacio está la autogestión y el mismo espíritu de cultivo de su anterior negocio: enseñar, desarrollar, producir, formar y nutrir el tejido artístico español con el arte contemporáneo como cebo.
Al frente hay un equipo de gente tan versátil y agudo como la especie de tiburón que ilustra su logo. A la comisaria María José Solano y el diseñador Esteban Navarro le acompañan cuatro de los artistas más destacados de la escena española: Abraham Lacalle, Jacobo Castellano, Jaime de la Jara y Miki Leal. Todos se trasladarán allí para trabajar dentro de un mes: los primeros en las oficinas habilitadas en el primer piso del inmueble y, los artistas, en estudios situados junto a un espacio expositivo de unos 180 m2. Eso sí, diferenciados: “No es autopromoción. No hemos montado esto para mostrar nuestra propia obra, sino para trabajar con proyectos diversos de otros artistas”, aclara Jacobo Castellano. “Simplemente somos un grupo de artistas que se han unido y han tenido la oportunidad de gestionar este espacio”.
El proyecto nace de las ganas de trabajar y compartir afinidades. De la creencia en los movimientos espontáneos y en el trueque, en la autogestión como alternativa al dinero público que, cada vez más, escasea. No hay una crítica directa al mundo del arte, sino ganas de sumar esfuerzos. “En ningún caso surge porque pensemos que hay que hacer algo porque el sistema del arte está fatal. Tiene que ver con una idea más vivencial, una aportación dinámica, de vernos todos los días”, dice Miki Leal. “De la intuición”, apunta Jaime de la Jara. “De vivir y de convivir. De que trascienda la obra personal, algo que en España no estamos muy acostumbrados a hacer”, añade Abraham Lacalle.
GRAN VÍA, 63
El mismo espíritu vivencial se respiraba en Sin título, la exposición colectiva de artistas españoles que, hace ahora un año, Miki, Jacobo y Jaime organizaron en las antiguas oficinas bancarias del número 63 de Gran Vía. La financiación vino también de la mano de otro mecenazgo que se implicó económicamente en el proyecto. Cuentan que en aquella exposición se dieron cuenta de lo abierta y dispuesta que estaban los artistas al intercambio. Hasta veinte estuvieron afincados varios meses en las oficinas madrileñas. Fue un éxito de convocatoria y de críticas.
Hoy por hoy, a un mes de la apertura de este nuevo espacio en Madrid, hay paredes por tirar y tabiques que levantar. Faltan capas de pintura y habilitar espacios. También, romper con algunos tópicos convencionales de lo que debe ofrecer un espacio artístico. noestudio no responde al modelo de un centro de arte, aunque en cierto modo funciona como tal. Cuenta con un gran espacio donde tendrán cabida dos grandes exposiciones al año y un escaparate a la calle donde se presentará, de manera bimensual, el trabajo de artistas en solitario. El primero en ocuparlo será Diango Hernández, con una instalación que dialogará, desde la calle, con la exposición Lo nunca visto, una colectiva que pone a la luz los primeros trabajos de vídeo -muchos de tiempos de la facultad- de artistas ya conocidos como Carlos Irijalba, Marc Vives o Carlos Aires, entre otros. Como espacio expositivo, noestudio produce obra nueva, trabaja con comisarios independientes y paga a todo artista por exponer, mucho más de lo que la mayoría de los centros de arte españoles ofrecen hoy al artista.
¿Debe cambiar pues, el modelo del centro del arte? Miki dice ver en ellos programas muy sesgados y concretos. Jaime, un problema de politización: “Se ha pretendido que los espacios de arte funcionen con una gasolina que se llama política local, en detrimento de los artista y del arte. Es importante no tener que remitirte a esa necesidad de politización en este país”, explica. Lacalle es, igualmente, crítico. También consigo mismo: “En años de bonanza se crearon museos de arte contemporáneo en casi todas las provincias sin un programa ni una función clara, generando gastos desorbitados y un esfuerzo desperdiciado. Es como las retrospectivas a artistas de 40 años. ¿Qué sentido tienen? O la producción de determinados catálogos, un disparate... Aunque algunos de ellos sí que han tenido una función positiva que ha servido para generar la trama que sustenta, desde las instituciones, el mundo de la cultura. Soy de los que piensa que el artista es el primer responsable en esta cadena. Hablo de la relación económica pública del artista. Están los que acceden y los que no. Ese dinero es de todos, y debe gestionarse de una manera clara y coherente”. Jaime de la Jara añade: “Con su actitud el artista determina el comienzo de cómo van a funcionar las cosas posteriormente. noestudio sirve para intentar ordenar y modificar, sin condicionantes, la exhibición de proyectos artísticos”.
DEJAR DE LLORAR
Todos parecen estar de acuerdo con darle un giro a la inercia que, a menudo, impera en el mundo del arte. Sobre todo, a la actitud. A los hábitos y a los tópicos. Al no hay dinero y no existo fuera. El deseo es establecer vínculos entre unos y otros y generar una imagen más dinámica, global y contundente del arte hecho en este país. Reivindican que el dinero público no es la única vía para construirlo: “Mucha gente relacionada con el mercado podría aportar mucho al mundo del arte y no son muy conscientes de cómo hacerlo. noestudio es sólo un ejemplo”, dice Jaime. “La cultura está demasiado subvencionada -sigue explicando Jacobo- y el artista joven español es muy llorón y está esperando a que la institución le saque las castañas del fuego. Becas y subvenciones están muy bien y son necesarias, pero es importante que no basemos nuestra carrera en éxitos o fracasos sólo en relación a ellas. Si ahora que la financiación institucional se acaba porque estamos en crisis, y entendemos que las prioridades son otras, como la sanidad y la educación, ¿habrá que buscar otras vías, no? Ese es el propósito del proyecto. Generar colaboracionismo, algo que en otros países es más natural, en España es casi ortopédico. Sigue siendo algo subversivo y extraordinario”, añade Jacobo se refiere a espacios como Studio Voltaire de Londres o SOMA de México; Jaime alude también a Transmission Gallery, en Glasgow, y Miki a espacios similares a noestudio en Düsseldorf, Filipinas y Los Ángeles, con los que ya está entablando posibles redes de trabajo. Uno de los objetivos de este espacio es generar colaboraciones entre lo que sucede en España y lo que ocurre fuera. Romper con cualquier idea o complejo de localismo. “Hay una calidad brutal de artistas en este país -proclama Jaime-. Encontrar un método para que eso se sepa es nuestra gran meta”·
El “método noestudio” pasa por la autogestión, por buscar dinero para que el proyecto salga adelante. Sin necesidad de intermediaros y trabajando directamente con artistas, coleccionistas, comisarios. Descolgando el teléfono y llamando. Así consiguieron la implicación del coleccionista que sustenta este proyecto. Le propusieron la idea y aceptó. Aunque noestudio está abierto a otras vías de financiación como el alquiler del espacio o la venta de obra, algo que replantea, también, el papel de la galería. “Todo está abierto a la venta”, explica Miki Leal. “Los artistas que tengan galería venderán sus obras a través de ellas. Y, los que no, el espacio puede gestionarlo. En caso de venta, el artista siempre se llevará el 50%. Y, en cualquier caso, este espacio piensa en un beneficio no superior al 20%. Aquí no tendremos una dinámica de galería al uso, donde si venden siempre tienen que pagarte. Si hacemos ediciones, por ejemplo, una parte se las quedará el artista y otras el espacio. Si las vendemos será beneficio para nosotros. No se está buscando que nadie se lucre económicamente, sino que se autofinancie”.
CUENTAS PENDIENTES
Todavía es poco habitual que los artistas hablen de dinero de manera abierta y sin tapujos. De cuánto cobran y cuándo; de los meses, o años, de retrasos en pagos por venta de obra, gasto de producción por parte de centros y museos, o becas y premios. “Tenemos claro que, hagamos los proyectos que hagamos, sean más o sean menos, los artistas cobrarán puntualmente lo que tengan que cobrar, porque en el mundo del arte parece que la gente no entiende que el artista vive y debe pagar sus facturas como cualquier otra persona”, explica Jacobo. Como Leal y De la Jara, Castellano forma parte del elenco de artistas de la galería Fúcares que, justo este mes, cumple 25 años de su apertura en Madrid. Por otro lado, Abraham Lacalle es uno de los artistas de la galería Marlborough y, sólo hace unos días, presentaba una individual en Benveniste Contemporary de Madrid.
Ninguno de ellos va a dejar de trabajar con su galería, aunque reconocen que algo debe cambiar en su modelo. “Antes del mal momento económico actual -explica Abraham- el modelo de galería actual ya estaba en crisis. Y terminará desapareciendo de algún modo, no sé cómo. En su principio, el modelo de galería tenía una línea concreta, con la que los artistas se identificaban, como si se tratase de un proyecto común, unitario, ideológicamente coherente y dirigido para intervenir en la cultura. Quizá el problema está entre ideología y mercado. Tenemos una paradoja que resolver”. Jacobo está de acuerdo: “La cuestión es no perder de vista cuál es su función: promoción, para mí lo más importante, y, por supuesto, intentar la venta. Ahora mismo, la idea de promoción es inexistente dada la crisis económica. Pero cuando hubo dinero tampoco se promocionaba al artista fuera. Eso es lo grave. Si la crisis vale para algo, no sé si es ese el fin, es para que se replantee la figura del intermediario. ¿Es necesario el galerista? No digo que tenga que desaparecer, pero debe replantear su papel”.
Cumplir los objetivos de una galería no es fácil cuando los museos casi no compran, el público es minoritario, hay menos exposiciones, las ferias fuera generan gastos inviables y el coleccionismo privado es escaso... Más aún, cuando el coleccionista, cada vez más, parece preferir relacionarse directamente con el artista. Aún así, una galería sigue siendo vital para un artista. ¿O no? ¿Puede un artista vivir sin galería? Miki Leal responde: “Sí y no. De entrada, me parece casi imprescindible para que un artista se abra camino en la escena artística de su país. Indudablemente te da un sitio. Pero cuando el artista coge autonomía, el modelo más clásico de galerías se queda obsoleto y rezagado, sin potencial para promocionarle fuera ni relacionarle con otros agentes del arte internacional y acaba asumiendo casi una labor administrativa, con el mismo programa de siempre. Llega un momento que es normal que a la gente no le apetezca ir a las galerías. Es fundamental hacer algo al respecto. Saber que se puede trabajar de otro modo, sin grandes presupuestos y más determinación”.
¿LISTO O TONTO?
Puestos a repasar tópicos, pronto aflora la tortilla de patatas y el flamenco, la imagen turística que se vende de España y cómo nos vende ésta a nosotros. “Aquí nadie viene a buscar artistas -añade Jacobo-, ni siquiera la gente del arte. Hemos vendido España como la zona de divertimento de Europa y es muy complicado revertir esa idea. Yo creo que mi generación no lo vamos a ver”. Sigue Jaime: “Juan Muñoz decía que, o te vas fuera e intentas ser el más tonto de los listos o te quedas y te haces el más listo de los tontos. Hay muchos países que apoyan y promocionan a sus artistas. Pero aquí esto no pasa. ¿Qué hay aquí?”. La pregunta sobrevuela en el aire hasta que Abraham la coge para responder de modo contundente: “Tenemos la idea de que para triunfar en el mundo del arte hay que irse y ése es el fallo. Las cosas que salen de España, como el flamenco o la cocina, salen porque se hacen aquí. La estructura con el arte es la misma. Eso es lo que no hemos entendido ni entendemos ahora. Hay que hacerlo aquí con convencimiento y no con la frustración de no poderlo hacer fuera. La estructura debes generarla tú”.