23/1/12

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Des de l'AAVIB pensam que el Consell Insular hauria d’explicar quin ha estat el motiu per treure de la ponència tècnica de Patrimoni a ARCA i considerar l’Acadèmia de Sant Sebastià un interlocutor vàlid de la societat civil en matèria de Patrimoni...
ARCA expressa la seva disconformitat per haver estat exclós de la Ponència Tècnica
Sin ARCA, manos libres
M. ELENA VALLÉS - Diario de Mallorca
El asunto es muy grave. Verán por qué. El Consell ha expulsado de la ponencia técnica de Patrimonio a la Associació per a la Revitalització dels Centres Antics (ARCA), aquella formada por ciudadanos sin intereses urbanísticos de ningún tipo. En primer lugar, hay que valorar los esfuerzos constitutivos de ARCA: debió costarle mucho encontrar socios tan desinteresados en los solares de una isla como Mallorca, donde se fomenta el autodio al territorio. Por otra parte, el lector igual no comprende la magnitud que se esconde tras el desaguisado porque no sabe qué ocurre en esas ponencias técnicas o qué son. A partir de aquí, intentemos explicarlo. Primero, los convocados a estas reuniones reciben toda la información referente a cualquier intervención arquitectónica (ampliaciones, reformas) que vaya a realizarse en un bien o zona protegida jurídicamente por su valor patrimonial. Asimismo, se discuten dichas intervenciones, se les pone coto, con el fin de defender el patrimonio histórico. Si bien su función es consultiva, porque las decisiones definitivas se toman en la comisión política, no es menos cierto que en ellas ya se ejerce cierta labor de control ciudadana. Punto número dos: imagínense una intervención salvaje, horrenda, un pegote que rompe la armonía de un barrio; no sé, supongamos la construcción de un parque temático en una manzana del barrio de Santa Catalina. Los políticos pueden aprobarla sin que les tiemble el pulso, pero tener a ARCA dándote el aliento en la espalda, haciendo las veces de poli malo, pudiendo denunciar a los medios de comunicación dicha barbaridad corta muchas alas y frena verdaderas animaladas. Pues bien, ARCA ejercía hasta ahora esa labor en la ponencia. Tercera cuestión: ARCA tiene un plus. Arma jaleo si es preciso, se manifiesta, es un grupo de presión fuerte, bien informado, bien organizado y que está instaurado por toda la isla. ¿Qué político los quiere al lado?

Hagamos hemeroteca de algunas cosas molestas y que pueden haber influido en la expulsión de ARCA de la ponencia de Patrimonio: ¿Quién no se acuerda de aquellos restos destruidos (y bien tapaditos) durante las obras de los aparcamientos de la calle Antoni Maura en la época de Rodrigo de Santos? ¿O la dura oposición de la asociación al derrumbe de la antigua fábrica Can Roca-Suau (la antigua discoteca Asai) que Cort quería llevar a cabo ante la presión de los promotores inmobiliarios?

Nadie es perfecto, pero la labor de ARCA es muy necesaria. ¿Será tan molesta la Acadèmia de Sant Sebastià, sustituta de la asociación en las ponencias? Lo dudo. En los últimos años no les hemos oído rechistar. E igual no es su función, porque parece una institución de naturaleza más académica. 

En fin, la decisión de expulsar a ARCA entronca directamente con las intenciones del PP respecto al territorio balear y con la Ley de Turismo General de Delgado, que suprimer cualquier mecanismo de control para los hoteleros. Éstos y el equipo del Consell debieron desayunar tristes el pasado jueves. Los pobres han tenido mala pata: un equipo de investigadores ha encontrado los puertos de Pollentia sumergidos en las bahías de Alcúdia y Pollença. Oh, lo sentimos, a Rotger y compañía les toca actuar: hacer política de verdad en pro del patrimonio. Porque ésta no consiste en dar el visto bueno a todos los proyectos que pasen por las manos de los próceres, con el fin de reactivar la economía. La política de patrimonio, estimado Consell de Maria Salom, no consiste únicamente en autorizar todas las obras y reformas para dar trabajo a los albañiles. Eso ARCA lo sabe muy bien.

Balance final, lector: el PP va teniendo manos libres para aprobar ese hipotético parque temático imaginado en este artículo en el barrio de Santa Catalina. Sí, el asunto es muy grave.