13/11/12


El Pais

Una de las espectaculares obras presentes en la Art Fair Abu Dhabi. / cordon

No den de comer al artista, reza el cartel en la jaula de cristal que rodea a Mazen Kerbaj, un pintor libanés que elabora sus dibujos con tinta china a la vista del público en Abu Dhabi Art. Sin embargo, eso es lo que esperan medio centenar de galerías de todo el mundo que han traído 600 obras y 400 artistas a esta nueva cita del arte contemporáneo en la capital de Emiratos Árabes Unidos. Un picasso, un lichtenstein y un calder se encuentran entre las joyas a la venta en lo que algún crítico ha calificado de "supermercado del arte de los jeques" y que se clausura hoy.

El aparcamiento sobre la arena da un aire de provisionalidad que casa mal con una feria que este año ha cumplido su cuarta edición. Vencido ese obstáculo, el ambiente cambia por completo. Una mullida alfombra roja, el color elegido como motivo, recibe a los visitantes que, en esta convocatoria, superarán probablemente los 17.000 del año pasado. La cifra, apenas una fracción de los 150.000 que acudieron a la última edición de ARCO, por poner un ejemplo, hay que situarla en el contexto regional.

"No hay tradición de coleccionismo, pero sí interés", dice una galerista

Emiratos Árabes Unidos es un estado que tiene apenas ocho millones de habitantes, la mitad de ellos trabajadores extranjeros sin poder adquisitivo para contemplar siquiera una visita al recinto. Pero no es la población multinacional de este país el principal objetivo de Abu Dhabi Art, sino el creciente número de coleccionistas de una región a la que la crisis financiera mundial no ha secado los bolsillos. Los seis estados del Consejo de Cooperación del Golfo suman 25 millones de nacionales con una renta per cápita media de 33.000 dólares (25.950 euros).

Aunque el tabú religioso en torno a la representación de la figura humana ha mantenido esta parte del mundo alejada de las artes plásticas, eso es algo que está cambiando poco a poco. La globalización y el descubrimiento del arte como inversión la han convertido en un potencial mercado para los marchantes de todo el mundo, especialmente los europeos y los estadounidenses.

"No hay tradición de coleccionismo, pero es cierto que cada vez existe más interés. Están experimentando y aprendiendo de las sensaciones que el arte produce, y año tras año se sienten más confortables con ellas. Además, en la actual coyuntura el arte es una inversión rentable", asegura Paloma Martín Llopis, directora de Edward Tyler Nahem. Esta galería neoyorquina ha traído a Abu Dhabi, entre otros grandes maestros internacionales, la pintura de Picasso, fechada en 1970 (tres años antes de la muerte del artista) titulada Torero.

Se celebra donde se construyen las franquicias de Louvre y Guggenheim

Pero quien sobre todo está causando furor este año es el angloindio Anish Kapoor (Bombay, 1954), cuyas esculturas metálicas en forma de círculos cóncavos hacen las delicias del público, que las fotografía desde todos los ángulos. Repiten éxito los iraníes Farhad Moshiri o Shirin Neshat. Además, hay sorpresas orientales como el surcoreano Shin Sang-Ho, cuyo mural de cerámica vidriada destaca por su expresividad y formato como una de las obras más originales entre los autores vivos.

Art Abu Dhabi se celebra en la isla de Saadiyat, una de las que componen la capital de los Emiratos, y que las autoridades han destinado a distrito cultural. Allí están proyectados varios edificios espectaculares para albergar franquicias del Guggenheim y del Louvre, además de un museo nacional. Los arquitectos que firman esas obras, Frank Gehry, Jean Nouvel y Norman Foster, han participado durante la feria en diferentes mesas redondas y debates sobre temas relacionados con la arquitectura y el arte. Sus proyectos, que, junto con un auditorio diseñado por Zaha Hadid, quieren convertir Abu Dhabi en un polo de atracción cultural, se han visto no obstante retrasados varios años a causa de la crisis. Según el nuevo calendario anunciado este año, el Louvre se inaugurará en 2015, el Museo Nacional en 2016 y el Guggenheim en 2017.