26/11/12

Diario de Mallorca

Un Art Jove sin muchas luces

Los 'afortunados' del Art Jove d'Arts Plàstiques expondrán en este pasillo del Conservatorio.

Hay artistas que nunca logran que les tomen en serio. Son una mayoría silenciosa, una masa informe y sin voz para los políticos que gestionan la cultura. Si son jóvenes, el desdén y la displicencia se incrementan. Y si hablan catalán, pues ahora mismo todo eso se redobla. El esfuerzo de los artistas para ser considerados como ciudadanos con todos los derechos siempre debe escalar dobles alturas y superar durante el trayecto de acceso a museos o salas públicas a los amiguetes de concejales, consellers y directores generales. Todo el mundo sabe que es así, hasta el más inocente. Vamos, que la cosa, en el mundillo oficial del arte, es a veces como un mal viaje que huele a cuerno quemado.

Lo que pasa es que, en ocasiones, de manera inesperada, esos artistas alzan la voz cuando la cagada institucional es bombástica, de traca. Es el caso de los finalistas del certamen Art Jove d'Arts Plàstiques: los ocho que se postulan al puesto ganador han sufrido la gestión agusanada del Institut Balear de la Joventut, dependiente de la conselleria de Educación y Cultura, y se han quejado con altavoces al ver marginada su exposición en un pasillo del Conservatorio.

Debo decir, en primer lugar, que la mala gestión del asunto no me sorprende repasando en general la brillante trayectoria de todo el departamento de Rafel Bosch. Dicen que el modo en que haces algo es el modo en que lo haces todo. Pues eso: ya era difícil que todo saliera bien.

Dos: la misma semana que los finalistas del Art Jove se han visto arrinconados en un corredor de instituto por falta de presupuesto (basta ya de esa excusa, a veces es mala gestión, y punto), dicha conselleria licitaba por 86.000 euros vía BOIB la contratación "del suministro de bicicletas, kits de reparación, material deportivo y formación para su mantenimiento". Menos mal que no era para un equipo de submarinismo con el que zambullirse en aguas de Cabrera para hacer vídeos educativos.

Tres: el Govern dice que no hay dinero (acabamos de comprobar que algo sí hay, también para estudios técnicos –18.000 euros– en 2013). La escasez de euros será para Cultura, como siempre, pero lo que creo que es cierto y comprobable es que a la institución le han faltado luces en este caso. Al menos al Institut de la Joventut. ¿Por qué? Pues porque montar una exposición en el Conservatorio (se precisará de paneles extra) es posiblemente más caro que hacerlo en un centro o museo ya preparado y equipado de antemano. Señores de la conselleria, su cagada nos saldrá más cara.

Por otra parte, organizar una muestra en el pasillo del Conservatorio es igual que hacerla en el pasillo de un instituto. Señores, ¿no son ustedes los primeros que dicen que cada cosa en su sitio? ¿No son ustedes los que prohíben los lazos del catalán en los colegios por no ser éstos lugares adecuados para manifestaciones ideológicas? Sí, todo en su sitio menos todo aquello que consideramos secundario (electoralmente), como la cultura. Bosch ya nos enseñó que la educación se había movido de sitio también, y se encontraba bajo el mar. Lo que de momento se mantiene son los despachos; eso sí, siempre. ¿Acaso, señores, no están ustedes instalados en el cómodo edificio de la calle Alfons el Magnànim? De momento, no les han enviado a trabajar a la Luna.

En definitiva, el gestor que programa una exposición en el pasillo de un instituto es que ha visto muy pocas exposiciones en su vida. Por no decir ninguna. Al término de este artículo me sigo preguntando, ¿promocionaría el Govern las islas Balears como destino turístico en el pasillo del Conservatorio de Berlín?

Arreglen esta vergüenza ya, reconozcan el error y tómense en serio a los ocho finalistas d'Arts Plàstiques. Parafraseando a su jefe Rajoy y vista la gestión del certamen, les pregunto a los señores de la conselleria: it's very difficult todo esto?