28/11/12

El Pais

Un visitante observa desde una cinta de correr una obra de arte. / BIANCA PILET

La crisis de los formatos expositivos entra en una nueva dimensión. Preocupados por el tiempo cada vez más reducido, que los visitantes pasan en los museos, el Gemeentemuseum de La Haya y la Kunsthal de Rotterdam acaban de presentar Museum Minutes. Time and energy for art, una exposición que quiere incentivar el público a contemplar una obra con más detenimiento de los escasos nueve segundos, que según las estadísticas, le dedican de media.

Para conseguirlo se utilizan dos estrategias: cómodas butacas para los ánimos más tranquilos y contemplativos y cintas para correr para aquellos que quieren aunar cultura y deporte. La exposición, abierta hasta el 14 de enero en la Kunsthal de Rotterdam, reúne una selección de obras de la colección del museo de La Haya, de artistas de la talla de Andy Warhol, Willem de Kooning, Frank Stella, Georg Baselitz y Michael Najjar. "Hemos elegido obras que exploran el tema del tiempo y el movimiento", explica Erik Kessels, uno de los autores de la instalación, basada en una idea del creativo cultural Johan Idema. El vídeo ha sido excluido, porque se supone que los espectadores tendrían que ver la proyección de la pieza completa, aunque raramente lo hacen.

En Museum Minute, el visitante puede quedarse delante de una obra el tiempo que desea, mientras que un contador calcula el tiempo. Si aprovecha para hacer su sesión de jogging y la prolongada contemplación le resulta aburrida, puede conseguir otras motivaciones, a través de los auriculares que acompañan cada pieza, grabaciones de conocidos personajes de la cultura holandesa o una selección de temas musicales, de la ópera al rap. El proyecto incluye un exhaustivo estudio de los hábitos del público, cuyos resultados se debatirán en un simposio, el 14 de enero. "La idea es aumentar el tiempo de contemplación, pero también mejorar la conexión entre las obras y los visitantes", concluye Kessels.

El tema preocupa también a los artistas, hasta el punto que Rafael Lozano-Hemmer ha realizado Tape Recorders, una instalación que calcula el tiempo que cada espectador pasa delante de ella. La obra, que se estrenó en el Museo de Arte Contemporáneo de Sydney para la retrospectiva del artista, consiste en una hilera de flexómetros pegados a la pared, que se activan cuando alguien entra, deslizándose por el muro. Si este permanece en la sala, las cintas métricas no pueden dejar de crecer y finalmente, por su propio peso y longitud, acaban desmoronándose ruidosamente en el suelo. Tras la catarsis, con un silbido casi imperceptible, los metros vuelven a enrollarse en sus cajitas, a la espera de las próximas visitas. Convencido de que la acelerada transformación de nuestra sociedad y de los parámetros que la rigen, obligan a revisar los sistemas de evaluación, aún más cuando se trata de valorar algo tan subjetivo como una obra de arte, el artista brasileño Marcelo Coelho, investigador del Media Lab del MIT, creó hace unos años el Art-O-Meter, un pequeño aparato, que mide la aceptación e interés del público para una obra en base al tiempo transcurrido delante de esta, en relación al tiempo total que queda expuesta. Sin embargo, el invento, concebido como una herramienta para la valoración objetiva del arte, terminó por convertirse en una obra y como tal se presentó en diversas exposiciones.