12/3/12

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NOTA AAVIB: La publicación de este comunicado del CBA no supone la adhesión de la AAVIB al mismo. Sólo comentaremos que el comunicado del Círculo de Bellas Artes nos resulta sorprendentemente ambiguo, especialmente su última frase.
Nuestra asociación no ha consensuado ni emitido ningún comunicado propio. No obstante, en caso de que se conserve el edificio queremos recordar la antigua propuesta en que participamos: Su adecuación como un centro aglutinante de los distintos sectores de la cultura. Una imaginativa intervención de costo reducido —liderada por los propios artistas visuales— podría convertirlo en emblema de gran visibilidad para la actividad cultural en la isla.
La junta directiva del CBA, por mayoría, ha acordado emitir el siguiente comunicado sobre el edificio GESA:
El racionalismo es la arquitectura de nuestro tiempo y el mundo artificial que nos rodea es de concepción racionalista. Estas ideas sobre el arte moderno se definieron en el Congreso Internacional de Arte Moderno celebrado en Atenas en 1933. La arquitectura racionalista se caracteriza por la desornamentación decorativa, la sinceridad de los materiales y los volúmenes de geometría perfecta, cubos y prismas cuadrangulares. Sin embargo, el racionalismo no pretende limitarse a construir edificios, sino que es toda una nueva concepción de la ciudad. Y no todos los edificios por pertenecer a esta tendencia pueden y deben ser objeto de preservación. Para ello debe primar la originalidad, la calidad arquitectónica y el contexto en que ha sido ubicado. Y estos son dos claros motivos para cuestionar la pervivencia del edificio GESA: no por racionalista, si acaso lo es, es un buen ejemplo arquitectónico y además esta completamente fuera de contexto en la fachada marítima de Palma.
Este inmueble quedó protegido como "bien catalogado" por el Consell de Mallorca tras la incoación de un expediente que resaltaba los valores patrimoniales del mismo como un edificio de estilo racionalista que presentaba “una topología y unas características suficientemente claras para su supervivencia”. Ahora una sentencia judicial anula aquel acuerdo argumentando que no se alcanzan a entender los intereses de índole arquitectónica --y de carácter discrecional-- que promovieron su catalogación, negando su vinculación al movimiento modernista y alegando el gran impacto visual sobre el centro histórico, la muralla y la catedral. Estamos pues ante una sentencia que, aunque recurrible, cuestiona, en base a argumentos que en su día resultaron despreciados, las decisiones del Colegio de Arquitectos y de la Comisión de Urbanismo. Y que en un ejercicio de racionalidad devuelve la situación a un punto de partida: la necesidad de derribar un edificio cuyos valores sin duda han sido artificialmente encumbrados.