15/7/12



El Oro de Ciutadella para Pau Faner

«Con Pau Faner, Menorca se incorpora a una generación de excelentes narradores contemporáneos que ha conquistado la normalidad y el momento magnífico de la narrativa catalana actual», subrayó el profesor y exconseller Joan F. López Casasnovas, que glosó con maestría y también con emotividad la trayectoria del gran escritor.
Sencillo, amable, discreto, con su carácter tranquilo y su sonrisa de buena persona, Pau Faner recibió la Medalla d'Or de Ciutadella, una valorada distinción municipal con la que el Ajuntament reconoce su extraordinaria capacidad narrativa, sus valores literarios y compromiso cívico.
Según Joan López, «el nombre de Pau Faner estará vinculado siempre a la recuperación de la literatura menorquina moderna desde los años 70 del siglo pasado». De hecho, añadió, es el primer menorquín que irrumpe con voz propia en el panorama literario en lengua catalana del siglo XX desde Angel Ruíz y Pablo.
Emili Teixidor, el escritor de Roda de Ter fallecido este pasado junio, aseveró que «Pau Faner forma parte de la generación que asumió el deber de solucionar que, incluso la fantasía, teníamos que comprarla fuera».
Saber contar
Joan F. López utilizó todos los registros -crítica literaria, análisis, folklore, historia local, elementos familiares- para contextualizar el hombre y su obra: «Pau Faner, desde la maestría de una narrativa aparentemente sencilla, evidencia uno de los elementos más importantes para hacer literatura: no importa la verdad o mentira de la historia; lo que importa es saber contarla. Y es sabido que, bien contada, toda vida, cualquier vida, puede convertirse en una novela», proclamó el poeta que renunció a la política en primer plano.
En su intervención, López Casasnovas aportó bellísimos detales sobre el padre escéptico, en Doro Faner; la madre bondadosa, Paca Coll, y Clàudia, la hermana mayor de Pau, fallecida a los 48 años: «Eres, Claudieta, la meva ombra, i ara m'he quedat sense ombra», explica el autor, dolorosamente herido por su ausencia en Roses de paper. También describió los años de infancia y adolescencia, que transcurrieron en lugares míticos como «aquella Fonda Faner, donde trabajaban, junto con el padre de Pau, los tíos Mario y Alfonso», y los inmensos territorios de la escuela.