23/4/12

12:58
NOTA AAVIB: ¡¡¡Un aplauso para la Vallés!!!
M. ELENA VALLÉS | Diario de Mallorca
Después de una fiesta de despedida con medio art-system palmesano socializando con el gin-tonic de Es Jaç y música de Albert Pinya, es normal sentirse invadido por un sentimiento de pérdida similar al que nos embarga tras un buen orgasmo. Los franceses, que son muy listos, le llaman a ese momento le petit morte. Pues bien, tras el guateque del viernes con el que decía adiós CRIdA, ese proyecto de centro de residencia e intercambio de artistas promocionado por el Ayuntamiento de Palma, a la ciudad se le moría algo. Aunque sea una muerte temporal, una petit morte, prometen los gestores, apena porque cuando las cosas terminan a veces es muy difícil retomarlas. En los estudios de Sant Jeroni, cuyo alquiler se está renegociando a la baja, los currators (así, con doble erre) Pau Waelder y Fernando Gómez de la Cuesta demuestran que han sabido convertir la escasez de recursos en un patrimonio rico, en una pedrería de campanillas bien integrada en el circuito artístico de la ciudad. ¿Por qué debería continuar CRIdA? Primero, porque es la mejor promoción exterior de la ciudad. Que artistas extranjeros que están integrados en el circuito artístico mundial se pasen dos meses creando en unos estudios en el centro histórico (escupiendo a veces obras que le hacen un guiño a Palma) tiene un retorno impagable. Es la mejor embajada, y a largo plazo la más barata. Nada que ver con la errática promoción exterior del Institut Ramon Llull, sin contactos en el circuito artístico y alquilando carísimas salas en Alemania o Londres para mostrar colectivas de quita-y-pon. Dos: CRIdA es un centro de producción que ha nutrido de obras y artistas a la escena local, dilatándola. ¿Qué debería cambiar en CRIdA? Los comisarios del proyecto saben que deben replantearse varias cuestiones: Uno, trabajar con menos artistas durante más tiempo. En dos meses, éstos apenas conocen el lugar y hacen contactos. Y dos, que cada etapa de CRIdA tuviera una duración mínima de tres años para poder desarrollar la segunda parte del proyecto: esto es, el intercambio real de artistas con centros del extranjero. Hay que tener en cuenta que estos espacios suelen tener el programa de residencias bien atado con un año de antelación. Por último, las prestaciones del proyecto deberían ser mejores para mantener la calidad. No se puede trabajar casi gratis: la simple passion for CRIdA se puede acabar y morir para siempre.

Es Baluard es otra petit morte, lleva medio año muerto. Sin programación a la vista, con alguna exposición anunciada que da mucho miedo, y con unas bases para el concurso de dirección aprobadas pero sobre las que nadie habla claro, es normal que nos lancemos a la especulación. ¿Qué habrán corregido nuestros gestores de las bases que dejó redactas el anterior equipo de gobierno? ¿Por qué no las ha mostrado a la Asociación de Artistas Visuales o a la de críticos? En honor a la transparencia, dejaremos constancia en este artículo de algunos puntos de esas primeras bases redactadas en 2010 y a las que ha tenido acceso este periódico. En primer lugar, se contemplaba que el jurado elector del candidato lo conformara una comisión evaluadora formada por cinco expertos de reconocido prestigio en el sector del arte, más cuatro representantes de la fundación del museo (esto es, la voz política y del mecenas con intereses). Es decir, un comité mixto. Una fórmula mejorada a la que propuso Cort para el concurso del Solleric. En contra de esas bases, un punto que no me gusta y que no he encontrado, por ejemplo, en el último concurso público del Museo Reina Sofía. Dice así: "La Fundación podrá invitar nominalmente al concurso a los profesionales que considere adecuados". Ahora sólo nos falta comparar estas bases con las nuevas, próximamente en el BOIB.