27/3/13


diario de mallorca
La historiadora del arte y museóloga vasca Nekane Aramburu.guillem bosch

M. Elena Vallés. Palma Nekane Aramburu. Nueva directora de Es Baluard. La exresponsable del Espacio Ciudad de Vitoria-Gasteiz toma las riendas del museo de Palma para dotarlo de personalidad y recoger la memoria artística de Balears. Entre sus proyectos, adelanta que abrirá una línea de investigación sobre el arte electrónico en el archipiélago y colaborará con otras instituciones, como ´la Miró´. En cuanto al programa expositivo, anuncia una muestra importante sobre la propia colección de cara al décimo aniversario del centro, que se celebrará en enero de 2014. Promete un programa para artistas emergentes.

–Es Baluard es un museo que ahora mismo adolece de falta de personalidad en su definición y objetivos. Por lo que su existencia resulta, en ocasiones, difícil de justificar. ¿Cómo va a solventar este problema?
–Es el gran dilema. La confusión que hay entre centro artístico y museo también es otra de las cuestiones. Y es lógico ese error: porque ahora los museos se convierten en centros de arte que da igual que hagan una programación un poco menestra de verduras. Así las cosas, creo que tengo que volver al origen. Al principio de todo. Mi proyecto es un proyecto elaborado desde la distancia y a partir del estudio de la información que me habían pasado y lo que yo había visto. A partir de ahora entra la realidad, el encuentro con el equipo, con la sociedad isleña y los profesionales de aquí.
–¿A qué se refiere exactamente con volver al principio?
–Pues que debo volver a la colección, a la construcción museológica del proyecto a partir de la colección. Es lo que va a orientar el plan estratégico de los próximos años. Realmente, hay que preguntarse qué sentido tiene un museo en una ciudad donde también se están reinventando en tiempo presente otros espacios, como es el caso del Palau Solleric. Tenemos que coordinarnos todos muy bien en este sentido. Y volver a la auténtica misión de un museo, pero un museo del tiempo presente, no un museo de los ochenta o de los noventa. O de la década del 2000. Debe ser un museo de lo que reclama la sociedad ahora y de las personas que van a venir a verlo.
–¿Ha conseguido alguna vez patrocinios privados para alguno de sus anteriores proyectos?
–Sí, para todos. Cuando estuve en Espacio Ciudad [en Vitoria-Gasteiz, lo dirigió entre 1999 y 2010], teníamos un presupuesto muy bajo y la mayoría de las exposiciones y actividades eran patrocinadas. También es cierto que eran otros tiempos y era un espacio que versaba sobre arquitectura y creación contemporánea. Pero no sólo hay que conseguir patrocinios, creo que también es muy importante dar con las complicidades del sector para que pueda involucrarse y sentir también como propio el proyecto.
–Con tan poco presupuesto [un millón de euros], deberá explotar esta vía del mecenazgo en la que tiene experiencia. ¿A qué tipo de patrocinadores les podría interesar el museo y qué les podrá ofrecer si no existen aún las tan cacareadas exenciones fiscales?
–Primero, hay que decir que la Ley de Mecenazgo está al caer. Creo que para Es Baluard no será el tipo de patrocinadores a los que simplemente les pides financiación, les ofreces una imagen y ya está, sino que tenemos que forjar entre noso-tros y ellos programas que a ambos nos interesen para construir juntos un nuevo modelo de cultura. Es decir, no van a ser patrocinadores de ida y vuelta, sino cómplices para estar juntos en un camino que hay que hacer en común. Patrocinadores, colaboradores, la sociedad... A veces, se tiene a los Amigos del Museo como una gente que paga la cuota y se acabó, cuando también deben implicarse.
–Usted desarrolló el proyecto Generación digital. La historia del arte electrónico en España con el Centro Cultural Montehermoso. ¿Qué cabida tendrá el arte realizado con las nuevas tecnologías y el videoarte en el museo?
–Yo soy historiadora del arte y eso se me nota un montón. El vídeo nació en el 63. En el proyecto que hicimos de Caras B del videoarte en España descubrimos que existe un vídeo de Dalí de 1962 que era pionero, antes de Nam June Paik y Wolf Vostell. Entonces, durante tantos años de arte electrónico en nuestro país, está claro que hay un montón de lagunas aún por rellenar. Por ejemplo, aquí en la isla, también hay una historia del arte electrónico. Fue sobre todo en los años noventa, pero como que se diluyó.
–¿Desarrollará este aspecto en Es Baluard?
–Sí. Me gustaría recuperar la historia del arte electrónico en las islas. No es que éste sea un centro artístico en el que vayamos a impulsar las nuevas tecnologías, no es eso. Esto sólo tiene sentido si lo hacemos desde la historia, rellenando las lagunas de aquellos artistas que no están en la colección. Ojo, igual tampoco tiene por qué ser a través de obras, sino que puede ser a través de la memoria, por ejemplo.
–¿Creando un archivo?
–Sí, o, por ejemplo, a través de las propias personas; es decir, que éstas puedan contar cómo lo han vivido desde la formación. Es la manera de reconstruir también nuestro pasado inmediato.
–Otro de los campos en los que destaca Palma es el arte urbano. El barrio de Canamunt se ha declarado recientemente a favor de este tipo de intervenciones en el espacio público. ¿Le gustaría trabajar también en este sentido?
–Sí. Esto tiene que ver un poco también con mi teoría de los círculos concéntricos: aquí está la colección, es el epicentro, pero luego está la ciudad, los barrios, las zonas en las que no interesa tanto el arte actual porque tienen muchos problemas sociales del día a día, etc... Yo quiero que este espacio, el baluarte, sea permeable y translúcido, y eso sólo lo podemos hacer con creadores que sean capaces también de extraer esa organicidad del espacio en el que estamos y de hacer que entre en diálogo con el entorno. Me preocupa mucho el tema del cubo blanco y de las paredes de siempre. Porque un museo de ahora ya no es simplemente eso.
–¿Con qué instituciones cree que debe tender puentes el museo que inexplicablemente no los haya tendido antes?
–Con todas. Lo bueno es que yo llego virgen. Y construyo, lo mismo que vuelvo al principio, con todo el mundo. Hay que contar con el apoyo de los patronos, por supuesto, que es algo muy importante. Y a partir de ahí, voy a poner mi voluntad para abrir diálogos lo máximo posible.
–¿Y con la Miró? Usted tiene aquí una sala dedicada al catalán.
–Sí. Con Elvira Cámara estuve el otro día, en una actividad de Mujeres en las Artes Visuales, y va a haber mucha relación.
–En 2009, en una reunión de patronato, se solicitó un cambio tanto en la presidencia como en la dirección del museo por no exponerse supuestamente toda la colección de la Fundació Art Serra. ¿Toleraría usted injerencias políticas o privadas en el desarrollo de su proyecto?
–No las toleraría. Yo he entrado por concurso público, un concurso transparente, y espero que, si he ganado como profesional independiente, se me respete como tal. Yo he dejado proyectos muy importantes en mi carrera para poder centrarme con esto, ahora mismo estoy en un periodo simultaneando mis dos vidas. Pero yo tengo un nombre a nivel nacional e internacional y por supuesto no toleraría ningún aspecto de ese tipo.
–Mucha gente cree que usted lo tiene todo para que vaya bien el proyecto, excepto la colección.
–Es una colección muy dispar. Coleccionar, cuando viene desde una institución pública, es complejo. Coleccionar a nivel privado es un acto de amor y memoria. Y los actos de amor no son racionales. Por eso hay que racionalizar esta colección. Dotarla de un sentido. Estoy acostumbrada a hacerlo porque recientemente he trabajado muy próxima a la Fundación Kutxa de San Sebastián, que también tiene una colección dispar.
–Supongo que su primera exposición será sobre los propios fondos. ¿Ha pensado ya en el discurso que le gustaría ofrecer?
–No lo sé. Está claro que tendrá que haber una exposición importante de la colección de cara el décimo aniversario del museo, y que vamos a partir de ahí todo el rato. No voy a hacer grandes exposiciones de gente de fuera porque sí, sino que todo tiene que tener sentido con lo que hay en la colección para construir y rellenar sus lagunas.
–¿Le gustaría realizar alguna retrospectiva de algún artista mallorquín destacado, tipo Miquel Barceló?
–Hay más artistas mallorquines destacados, aunque no sean tan conocidos como Barceló. En este sentido, sí que creo que es una función del museo.