4/4/13

diario de mallorca

Si no nos cuesta nada, sí

Hace mucho tiempo que quería escribir este artículo. Pero no encontraba el momento. Por el camino siempre iban irrumpiéndose cierres de espacios artísticos, recortes súbitos a programas culturales y otras baladas de tristura similar. Hoy toca ir al problema de fondo, el nuevo mantra en el mundo de las artes: es decir, gestionar y programar cultura bajo el paraguas de lo público desde la siguiente premisa: "Si no nos cuesta nada, sí".

Si eres artista o comisario, es posible que hayas vivido esta situación: un concejal o conseller del ramo con buen sueldo ofreciéndote desde su suntuario despacho o bien un trabajo o bien formar parte de sus programas culturales a coste cero (o casi). Y tú, con tu currículum a rebosar de carreras y postgrados especializados, agachas la cabeza y aceptas; eres un entusiasta y crees que ese proyecto que te han ofrecido y la confianza que han depositado en ti supone un progreso en tu esforzada trayectoria de currito, y que a la larga se te recompensará por lo que haces. Te aventuras a pensar, incluso, que algún día podrás vivir de lo tuyo, como el panadero del barrio, el edil de tu pueblo, el camarero del bar, el piscinero del hotel, el fabricante de condones, el militar del cuartel, la cajera del Mercadona. Pero no: estás indefenso en el sector más boyante pero desprotegido del país. So listo.

Si te está pasando lo que acabo de describir, que sepas que has sido víctima del último grito en cultura: trabajar gratis. Y de las directrices del Partido Popular, que le dejan a una tiritando. Un ejemplo: el ministerio de Asuntos Exteriores –con competencias en cultura– ha preparado una campaña de marketing con el tremebundo e irritante nombre de Cultura Zero. Cultura española en el exterior para tiempos de crisis. Con ella, se pretende trasladar el mensaje al mundo de que una crisis económica (la que asola España) no significa crisis cultural (y es cierto que tenemos un patrimonio artístico formidable). Un mensaje que asimismo pretende transmitir la imagen de un país que apuesta por la cultura "como un valor esencial de su estructura social y su poder regenerador para trascender la situación económica" [sic]. Un mensaje de un país –España– que cree en la cultura como motor económico (risas), pero en una cultura gratis. Una imagen patética de un país que no paga a los artistas o agentes culturales. Un país que no los respeta. Porque cacarear que la cultura nos puede sacar de la crisis mientras los poderes públicos arruinan poco a poco su estructura es una incoherencia irresponsable e irrespetuosa con un gremio de profesionales que tiene derecho a vivir de su trabajo. "0% presupuesto, 100% cultura", reza el documento en pdf que desarrolla esta vergonzosa campaña pública de Exteriores pagada con nuestros impuestos cuya retirada debería ser inmediata. Una campaña cuyos agravios deberían ser compensados precisamente por una contracampaña para poner fin a esta pandemia de la gratuidad. Algo así como un vídeo de concienciación ("Si contratas cultura, paga") emitido por TVE en prime time como aquel efectista "Si bebes, no conduzcas" de Tráfico.

Pues bien, la política cultural que acabo de desgranar acaba de cumplirla a rajatabla nuestro Govern con el programa de actos del Any Juníper Serra: todas las actividades tienen coste cero porque se realizan merced a colaboraciones. Se trata de un programa a través del cual el Ejecutivo desea que Mallorca se convierta en "destino cultural mundial". Cuando ustedes lean el folleto de eventos, comprobarán por qué vamos a atraer a cero turistas y por qué no creemos en Tom Hanks de Cloud Atlas para que nos promocione la isla. Las pocas ganas de pagar la cultura y la falta de ambición son nuestros males. Ojalá los partidos políticos (nueve de cada diez euros que entran en el PP y en el PSOE son públicos) sirvieran para sacarnos de la crisis como puede conseguirlo la Cultura Zero según el ministerio de Exteriores. Porque ellos no hacen nada gratis. Y sí que les pagamos. Pero mucho.