Lideró la escuela de Artes y Oficios de Palma y renovó la Academia de Bellas Artes
El escultor clásico y maestro de artistas Jaume Mir (Felanitx, 1915) falleció este Viernes Santo, a los 97 años en Palma. Director y renovador de la Escuela de Artes y Oficios de Mallorca, presidió la Academia de Bellas Artes de San Sebastián de Palma, foro que abrió a los nuevos autores.
"No se despertó, murió plácidamente", anunció uno de sus hijos. Longevo y vitalista creador, menudo, enjuto, buen tertuliano, Mir estuvo socialmente activo hasta el final. Caminaba solo por Palma, donde está bien representado en piezas monumentales públicas, imaginería religiosa, retablos y pasos de procesión. Hace una semana acudió al Art Palma Brunch, un evento para creadores vanguardistas.
En su taller modeló el fango, labró la madera, trabajó en yeso los originales para fundir y, sobre todo, picó la piedra del Mediterráneo en busca de sus figuras y anatomías de factura delicada o hercúlea. Seguidor de la estética histórica, se renovó con la serie de honderos, la efigie del escritor Ramon Llull o del revolucionario Joanot Colom.
En los 60 plantó unos bajorrelieves en un hotel que el obispo vetó por los torsos desnudos de mujeres. La pieza no se retiró. Entonces firmó un bello túmulo en piedra azul de un cuerpo yacente cubierto con una sábana
Triunfador en Mallorca, en la economía y el arte, hace 35 años, Mir engañó a tres secuestradores que le extorsionaban y propició su captura. Nació en una humilde familia de picapedreros del pueblo de Guillem Sagrera, maestro de obras y escultor de la Lonja gótica de Palma, del Castelnuovo de Nápoles y en la Seu de Mallorca y Perpiñán.
Mir facilitó que el muy joven Miquel Barceló pudiera colarse con su aval en las clases de dibujo al natural con modelo. El extinto cuando era un adolescente capaz y pobre fue becado para estudiar Bellas Artes en Madrid y rápidamente logró la cátedra en Sevilla. En plena guerra civil, en la veintena, modeló España rompe sus yugos, también cruces de los caídos y vírgenes. En la madurez fue nacionalista cultural y trabajó la iconografía de Mallorca. La Universidad de Baleares UIB, el Parlamento balear y el Ayuntamiento de Palma han incorporado creaciones suyas.
No dejó de criticar la proliferación de monumentos oficiales menores con errores de volumen y concepto. Homenajeó al tanquista Antonio Coll un voluntario del Ejército de la República en Madrid, un paisano que murió mientras reventaba tanques franquistas.
Su pieza más celebrada fuera de su tierra es la estatua pública de Miguel de Cervantes, alzada en Lepanto, Grecia. Es la imagen de un altivo escritor, con pluma de ave, mano en alto, con una espada doblada a sus pies sobre unos libros. "La concordia puede más qie la fuerza", detalló en su día Jaume Mir.