El kit para ejercer la libertad de expresión
yorokobu
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Los que dirigen desarrollan de manera impepinable una extraordinaria capacidad para abstraerse de lo que se siente entre los que les han elegido. Es una virtud de muy complicada ejecución, ya que los esforzados votantes siempre tratan de encontrar recovecos por los que deslizar su mensaje. Lo complicado es, de hecho, no enterarse. ¿Que envían una iniciativa legislativa popular? La tiramos al pozo. ¿Que, por accidente, esta ILP deriva en un referéndum? Hacemos que sea no vinculante. ¿Que los ciudadanos se enfadan y se quejan? Se les identifica, se les alista para tenerlos controlados y se les aleja del Congreso. ¿Que buscan a los gobernantes en sus casas? Se establece un perímetro de 300 metros.
Si creían que la creatividad no formaba parte del catálogo gubernamental, sigan poniéndolo a prueba. Eso sí, la creatividad no es patrimonio de un solo bando. Por estos caprichos que tiene el destino, incluso los parias han sido dotados de tan magno don.
Así es como nacen proyectos como el Kit de Libertad de Expresión. La arquitecta María Solé y los miembros de la cooperativa ETC —Anna Carreras, Christian Rojo y Chema Blanco— tienen el trasero pelado de pasearlo por manifestaciones. Fue en una de ellas donde surgió la idea de crear una herramienta de expresión que no pudiera ser silenciada y que, además, diera voz a los que no pueden estar en la calle.
El KLE es, como explica Chema Blanco, una pancarta construida con tecnología digital, portátil y conectada a Internet. "De esta manera la gente desde su móvil o desde su casa puede mandar un mensaje a cualquier KLE que haya en la calle", cuenta Blanco. "Además, los mensajes que se muestren en el dispositivo se envían a internet para que aparezcan automáticamente en las redes sociales. Se trata de unir lo físico con lo virtual a través de una comunicación lo más bidireccional posible".
"Los ciudadanos tiene la obligación de recoger información de diferentes fuentes, leer otros medios, ver otras cadenas, charlar con gente de diferentes ambientes e ideologías"El dispositivo, que se encuentra en el inicio de su desarrollo, se compone de una superficie de tela a la que se adhieren diversos componentes electrónicos como tecnología LED para mostrar los mensajes o un dispositivo inalámbrico para dotarla de conectividad. La idea, resalta Blanco, es que el aspecto sea similar al de una pancarta tradicional.
Todo el material electrónico está basado en placas Arduino y la fabricación se realiza de la manera más artesanal posible. "Nos interesa mucho el proceso de diseño y creación de prototipos para poder entender las dificultades que determinados materiales pueden suponer en su construcción. Además, queremos que el KLE sea 'do-it-yourself'", explica Chema Blanco. "Los materiales han de ser accesibles y asequibles y la documentación completa y comprensible para aquellos que no tengan perfiles técnicos".
El proyecto, cuya financiación se está haciendo de manera cooperativa entre los creadores con la colaboración de Medialab-Prado, que aporta espacio de trabajo y materiales, tiene el objetivo de eliminar algunas trabas para ejercer el derecho a la libre expresión. Blanco y sus colegas piensan que el mayor obstáculo se encuentra en el miedo y que existen diferentes herramientas digitales que pueden minimizar tanto el temor como el silencio. "El problema es que la mayor parte de la población no conoce servicios como la red n-1, gNewBook, Diaspora, Identi.ca o Blip.tv", lamenta.
Los ideólogos del KLE recomiendan "recoger información de diferentes fuentes, leer otros medios, ver otras cadenas, charlar con gente de diferentes ambientes e ideologías". Con eso, con el miedo en el bolsillo y con una tecnología capaz de mantenerse impasible ante la censura los ciudadanos tendrán la posibilidad de ser un poco más libres. Será duro, pero será.