Marcos Torío | Palma
Carlos Jover asegura que a una isla "sólo se puede llegar a través de un tránsito emocional" porque, más que un territorio en mitad del mar, es "la destilación de un destino". Vicenç Ochoa y Xim Jurado viajaron de la natal (Mallorca) a la de acogida (Cuba) con una cámara de fotos y motivos más que turísticos. Fueron y volvieron muchas veces a lo largo de una década hasta acumular más de 30.000 imágenes.
La selección de instantáneas compone D-Isla a-Isla, exposición que se inaugura el día 27 en la Casa Balear de La Habana y que contiene comentarios tanto de Jover como del cubano Marcos Díaz Sosa con la intención de "abrir una nueva visión, en ocasiones humorística, de lo que recoge la foto".
Ochoa y Jurado componen, según Jover, "una mirada unitaria y compartida" de una Cuba desconocida "sólo al alcance de quien está transido por la herida de la emoción". En las imágenes conviven el "denso realismo socialista y el baile de la vida descorchada sin cálculo", que no es otro que el de "una Cuba libre".
Con todo, en la selección está presente el colorido de las calles de La Habana, la resistencia diaria y el impulso vital de salir adelante pase lo que pase. "Es una alegría innata al trópico y que ninguna circunstancia mundana puede borrar".
La novedad, a juicio de Jover, radica en que la exposición ofrece "una mirada próxima y a la vez escrutadora, sensible e inteligente, que busca en todas las ocasiones el milagro del que hablara Roland Barthes, el célebre punctum, dejándolo a veces a la vista de todos, otras a la vista de los más avisados, y muchas otras, diluido en la masa visual de la toma".
Es así porque el punctum, advierte el comisario, en Cuba "puede llegar a devorar todo el encuadre e incluso al propio tomador de la foto o al espectador", extremo que diferencia la subjetividad de Dosmiradas –nombre con el que se presentan como uno los dos fotógrafos– de la abundante documentación fotográfica que existe sobre Cuba.
Con todo, las imágenes también "rezuman studium por los cuatro costados" durante todo el recorrido por la dualidad cubana de decadencia y progreso alternativo.
Los artistas retratan no sólo La Habana vieja sino también los barrios periféricos de la ciudad, las zonas rurales, el mundo del teatro y la danza, las peleas de gallos, a la vez que estudian, en el marco de la idiosincrasia castrista, "los símbolos de la Revolución en marcha tras tantos años de lucha sin cuartel".
Junto a la exposición, que itinerará en Mallorca, se ha editado el libro de fotografías con el patrocinio del Institut de Estudis Baleàrics, el Ayuntamiento de Palma –a través de la Fundació Casals d'Art–, el Ayuntamiento de Alcúdia y la Fundación Iberostar. También colaboran la embajada española en Cuba y el AECID.