8/5/13


diario de mallorca

Conselleria de Incultura


Una gran impresora multitarea y multifuncional, las dos cualidades que el BOIB le exige al nuevo secretario de Educación y Cultura, Guillem Estarellas.

Guillem Estarellas es el hombre multitarea del Govern. O al menos de la conselleria de Educación e Incultura. Es el individuo que podrá hacerlo todo a un tiempo (desde su secretaría multitarea y multifunción, todo en un único botón, apriételo). Sí, un crack este tal Estarellas. Acaso sea él la única persona en el mundo capaz de –simultáneamente– leer un libro, escuchar música dodecafónica y mantener una conversación sobre la estrategia militar empleada en las Guerras Médicas del siglo V a. C. ¡Wow! Acabo de tener una regresión: ¿cuántas cosas de éstas era capaz de hacer Bel Cerdà? Sea como fuere, Estarellas manejará todas las propiedades y dominios de la agente de la propiedad inmobiliaria Joana Maria Camps, la nueva consellera de Educación e Incultura, cuya dedicación parece que se reducirá a encender y apagar la luz de la conselleria (además de salir en las fotos) frente al multitarea y multifuncional Estarellas, un tres en uno, un Wipp Express de la Administración. Entre sus atribuciones, este señor deberá velar por la inspección educativa y comprobar el buen funcionamiento del servicio de escolarización, también se ocupará de los servicios complementarios de la enseñanza y la informática de gestión académica y administrativa, se ocupará de la convalidación de títulos y de levantar los programas de orientación. Deberá coordinar a todo el equipo de la conselleria así como las tres direcciones generales que quedan en pie. Y aún le quedará tiempo (pongamos por caso que no duerme) para ese lastre lejano, vergonzoso (da tanta vergüenza que se ha quedado sin dirección general propia), para ese lastre que no tiene derecho a existir con la crisis, esa molestia, ese orzuelo en el ojo llamado Cultura.

La verdad es que dejé de creer en lo de la multitarea cuando me compré una impresora multifuncional. Uno de esos armatostes que parecen una nave espacial y duran un suspiro (seguro que a Estarellas le harán durar más por siervo fiel y cumplidor). Fue enviar varios documentos seguidos para imprimir y efectuar un escaneado, y la muy condenada bloquearse. Para siempre. Desde entonces, he dejado de confiar en las acciones simultáneas porque no son eficaces. Por eso no creo en esta secretaría autonómica multitarea orientada, en puridad, a la Educación. El Govern le ha echado la cancela a la cultura a base de arrancarle a tiras la autonomía y la dedicación exclusiva. Cuando haya que cubrir el expediente con la materia, se organizará cualquier evento o acción cultural sin antes haber tenido tiempo de sopesar su importancia, interés o idoneidad en el conjunto de actividad cultural comunitaria. Y, por supuesto, se decidirá al tuntún, sin cumplir ningún objetivo. Pasando olímpicamente de hacia dónde pretendemos ir culturalmente y todo eso. Con Bel Cerdà ya se cumplían estas maldiciones -te diré-, la diferencia es que ella, como mínimo, tenía los mecanismos institucionales para conseguirlo. Con Bel, el problema fue el nombramiento; con Estarellas, la eliminación de una estructura mínima para la Cultura.

¿Por qué es importante tener un director general específico de Cultura? Si hubiera uno realmente bueno, la Cultura podría tener más voz en las comisiones y comparecencias en el Parlament y podría arañarse más presupuesto para mantener determinados edificios culturales básicos para la preservación de nuestra historia, como el Museu de Mallorca o el Arxiu del Regne, o continuar abriendo a los ciudadanos una biblioteca pública de calidad, como Can Sales. Es necesario tener un director general de Cultura para poder escuchar y reunirse con los profesionales del sector, conocer las necesidades de la isla y trazar un proyecto cultural a largo plazo que persiga una serie de objetivos claros. Es necesario un director general de Cultura para éstas y muchas cosas más que significan tiempo. Mucho tiempo. Otra cosa bien distinta es que jamás se haya elegido a uno bueno (en España nunca nos han faltado defensores de la ignorancia), y por eso nos dé la sensación de que su figura sobra. Es como si a alguien que siempre ha tenido malos amigos le preguntáramos si cree en la amistad. ¿Qué va a responder si únicamente ha tenido malas experiencias? Pues lo mismo con un director general.

Por otra parte, extraña sobremanera que un Govern que desea potenciar el turismo dé la espalda a la Cultura, que produce ingresos para toda la comunidad. Por poner un ejemplo: en Inglaterra, un verso suelto que lo tiene más claro que nosotros, da la casualidad que el secretario general de Cultura también tiene las competencias de Turismo y Ocio (éstas van en segundo lugar, en serio), y fue el que organizó los Juegos Olímpicos de Londres en 2012, esos maravillosos juegos que tuvieron muchísimo eco a nivel mundial por la actividad cultural organizada en paralelo.

Por último, es inexplicable que exista un director general de Relaciones Institucionales y no de Cultura, un área que en España aporta el 4% del PIB. ¿Qué aportan las Relaciones Institucionales? ¿Qué tanto por ciento? ¿Alguien lo sabe? ¿A alguien le importa?

Lo que sí importa es que los galeristas ya han hecho las paces después del frustrante ArtBrunch. Esta pasada semana ArtPalma y Aigab firmaron la pipa de la paz, o al menos los presidentes de ambas asociaciones. Me cuentan que en la primera puede que haya elecciones en breve para elegir nuevo presidente. Y que la segunda ha sido invitada a participar en el PalmaPhoto, que se celebrará el 27 de junio. Este año, el acto centrado en la fotografía contará con el trabajo de comisariado de Fernando Gómez de la Cuesta, quien iniciará algunos programas nuevos poniendo el punto de mira en 2014, cuando PalmaPhoto intente transformarse en un festival con más contenidos.