Diario de Mallorca
La lección de 'Corredor'
En esta comunidad, pasamos de vivir, de un día para otro, el momento más rancio, oscuro y bochornoso de la semana a presenciar el más brillante y feliz suceso del mes. Aquí, pasar de una cosa a la contraria es como atravesar en 24 horas un pequeño corredor que conecta la sombría y pacata España de los años 40 con otro país que no parece el mismo -insólito, ilusionante, esperanzador-, y que quiere dejar de ser el que fue. Eso es así. Bienvenidos a la incoherencia de la vida moderna –y mallorquina (son sinónimos)-.
Miércoles, el momento oscuro. De repente, sin esperarlo, nos vimos de lleno en los años 40. El pasado día 6 vivimos un anacronismo (otro más en el Teatre Principal): se adelantó el Carnaval. El Consell de Mallorca entregaba un gran retrato enmarcado de la presidenta Maria Salom a un grupo de gent gran de diferentes entidades y colectivos como premio a su excelente labor en el campo del envejecimiento activo. Una imagen claramente preparada para ser colgada de las paredes de los locales de dichas entidades. Un obsequio electoralista, desafortunado, anticuado, de populismo mal entendido y tan casposo que sólo denota por parte del gestor político indiferencia y desdén hacia la sociedad en la que vive. Muy bien, molt honorable presidenta, ahí tirando de euro público para evocar a los mayores costumbres antiguas, de cuando el país iba tan bien que los profesores con sentido crítico eran invitados a un delicioso paseo llamado exilio y la foto del Generalísimo colgaba de las paredes de los colegios. Sí, presidenta, con esa triste lámina –a la que sólo le faltaba su autógrafo-, usted ha conseguido que determinados gestos grandilocuentes del maltrecho pasado español regresaran como el Cid después de muerto. No se me ocurre peor guinda para el Any Europeu de l'Envelliment Actiu. Suerte que ahora hay libertad: nada sucederá si su fotografía termina en lugares insospechados, ¿verdad?
Jueves: llegó la lección de maestría, dejando muy atrás los años 40. Por la tarde, un chaval abría de par en par las puertas de Ses Voltes a los creadores locales con el fin de que éstos puedan trabajar y presentar sus proyectos durante los próximos 30 días. El experimento de Bartomeu Sastre, así se llama el chico listo de Ses Voltes, ganador del Art Jove d'Arts Plàstiques, se erige como un punto de encuentro para artistas, un espacio complejo y colectivo orquestado en tan sólo dos meses. Una propuesta –llamada Corredor- que viene a avanzarse al Centre de Recursos Artístics que Cort y su señor presupuesto han sido incapaces de presentar en más de un año. Es alentador ver cómo un niño con cerebro y pocos medios económicos da una lección de competencia a las instituciones, siempre en pañales y poniendo mil trabas cuando se trata de ceder los espacios culturales a los ciudadanos. En el proyecto de Sastre, bien articulado, también veo un guiño a lo que fue Ses Voltes en los ochenta, un hervidero de locales de ensayo que se convirtió en el epicentro de todos los artistas de la ciudad. Por último, he de mencionar también que gran parte del montaje de la exposición corrió a cargo de los chicos del Art Jove, que pintaron las paredes a pesar de haber presupuesto público para que una empresa externa se encargara para tales fines. Los que estuvimos en la inauguración pudimos tirar del hilo para conocer lo que será el próximo Centre d'Art i Creació Contemporània de Ses Voltes, el CRCC oficial, vamos, que será presentado mañana por el Ayuntamiento. En concreto, puedo avanzar que habrá un espacio para el Círculo de Bellas Artes, otro para la Fundació Pilar i Joan Miró, otro espacio polivalente para el programa de residencia CRIdA y creadores emergentes, así como talleres de artistas, entre otras cuestiones. Esperemos que la gestión del espacio sea abierta, poco rígida y dé las máximas facilidades a los usuarios. Seguro que nuestros gestores, muy lejos ya de los años 40, habrán tomado buena nota de Corredor.
10/2/13