Guillermo Esteban | Palma de Mallorca
En la cima de las arcas que Luis Maraver (Sevilla, 1957) ha construido para su Viatge imaginari cohabitan leones, hipopótamos y elefantes. Es el proceso de selección natural del darwinismo. Sólo sobrevive el más fuerte. El artista inaugura mañana, a las 20.00, la segunda parada de su viaje en la galería Fran Reus (Concepció, 6, Palma). El periplo, que arrancó en Porreres, lo convierte en un trayecto uniforme. Prescinde de la figura humana para reforzar la presencia animal.
Las embarcaciones que Maraver propone, ya sea en pintura o escultura, son el lugar donde salvaguardarse en busca de un mundo mejor. Aunque lejos del ideal de la película Aladdín. «Hay que encontrarlo. No pueden ser estos tiempos de estupidez y egoísmo», recalca Maraver. En ocasiones el artista busca la contradicción y la ironía, como el barco hecho de plomo y resina de poliéster incapaz de navegar. Como el carnero negro que desobedece la flecha blanca que le indica cuál es la dirección correcta en una pieza de gomaespuma. Va en contra de lo establecido, se enfrenta al sistema. O como el carnero, también negro, que observa desde su atril junto a un árbol cómo las ovejas naufragan. Y él, acomodado, ni se inmuta.
El creador se ayuda del pasaje bíblico del arca de Noé como bálsamo en el que depositar su esperanza de encontrar un lugar más apropiado. El éxodo y el seguimiento al mesías, al poderoso, es otro de los montajes de Maraver, que siempre lo vincula con «la actualidad y el desastre».
Esta exposición sirve de prefacio a un libro que saldrá en enero, Viajes en un cuaderno, basado en los viajes del autor alrededor del mundo. «Es una recopilación de cuarenta o cincuenta cuadernos con apuntes de diferentes países».