M. Elena Vallés. Diario de Mallorca
Llevamos tiempo escuchando que los museos deben ser un espacio para el debate. Bien. De acuerdo. Pero casi siempre hablan los mismos: cifras de audiencia y directores. Hoy, Día Internacional del Museo dedicado a la memoria, es un buen momento para tomarle el pulso a la institución dando voz a los artistas. ¿O acaso no es su materia prima la que llena los centros artísticos? DIARIO de MALLORCA ha contactado con seis creadores de la isla para que definan su museo ideal.
Ángel Pascual - Bernardí Roig - Teresa Matas - Guillem Nadal - Amparo Sard - Albert PinyaEl primero en tomar la palabra es Ángel Pascual, presidente de la Associació d'Artistes Visuals de les Illes Balears. Para él, la fórmula mágica pasa por la diferenciación y la personalidad. "El museo ideal es aquél que es distinto a otros. Eso de que los centros sean clónicos... La verdad es que últimamente se han hecho muchos similares. Algunos parecen un álbum que hay que rellenar con cromos. El museo debería tener su propia personalidad. Creo que de momento no es el caso de la isla, pero es una tentación que está ahí", considera. Piezas representativas y bien seleccionadas, y una acotación precisa de lo que se desea mostrar son otros de los puntos a tener en cuenta. "El Museu Fundación Juan March de Palma cumple esto a la perfección. Del Equipo Crónica, por ejemplo, tiene una de las mejores piezas representativas. Ahí está también el mejor Pérez-Villalta o un buen Antonio López", continúa. "Asimismo, creo que las exposiciones deben complementar al museo y dar vueltas sobre su colección. Ésta no la puedes dejar aparcada", apunta. Como deficiencia, el pintor señala que en estos momentos uno no puede contemplar una colección completa de la historia del arte contemporáneo en Mallorca. Sin embargo, cree que el centro artístico ideal sería posible en la isla a partir del conjunto de museos si cada uno de ellos estuviera perfectamente acotado. "En Mallorca tenemos todos los elementos para que la cose funcione", concluye.
Bernardí Roig, siempre instalado en la causticidad, elabora una definición potente sobre su museo ideal: "Debe ser un lugar muy poroso y debe estar infectado por las necesidades de la sociedad donde se inserta. Hay un espacio muy fértil y muy necesario entre que sea como una iglesia, lugar de culto, y Disneylandia, lugar de entretenimiento. El museo ideal es un lugar donde uno entra con una cabeza y sale con otra. Debería ser un lugar donde se transforman las cabezas. Eso es obligarte a un ejercicio extremo de soledad para que uno deje de ser ese idiota que era antes de entrar".
Mientras Roig pone el acento en la recepción de los museos, en los espectadores, Teresa Matas se afana por centrarse en la gestión de los mismos. "Mi museo ideal debería ser dirigido por gente interesante que pudiera conseguir que nos desplazásemos hasta él. Pediría también que a la hora de elegir al mejor director para un centro se tuviera en cuenta sobre todo su nivel profesional y su preparación. Porque de una buena selección en la dirección luego vendrá una buena colección. Y todo lo demás", sostiene. "Si en la isla se escogieran a las personas adecuadas estaríamos al nivel de cualquier museo del mundo, porque cualificación no falta en Mallorca", prosigue. ¿Galería de arte o museo? Ésta es la pregunta que se hace Guillem Nadal cuando se le invita a dar su opinión. Desde su punto de vista, ambos espacios empiezan a confundirse en múltiples ocasiones. "El museo se ha convertido de golpe en un lugar de ideas revolucionarias donde se muestran piezas que no pueden o no quieren exhibir las galerías. Cuando no hay dinero que ganar, el museo suple a la galería de arte", observa. Para él, por paradójico que pueda parecer, el centro ideal sería aquél que no existe. "Lo perfecto sería que el ciudadano pudiera ver arte sin tener que acudir al museo. La sociedad en sí sería el museo". Por otra parte, arremete contra algunos arquitectos que han construido centros artísticos. "Ahora resulta que los arquitectos se han vuelto más artistas que los propios artistas. El Guggenheim de Bilbao es un museo marcado absolutamente por el arquitecto", lamenta.
Amparo Sard también hilvana su discurso a partir del espacio físico más que del concepto abstracto. La mallorquina prefiere comenzar apuntando lo que no le ha gustado. "De momento, lo peor que he visto es el Maxxi de Roma, diseñado por Zaha Hadid. Esperaba ver un edificio maravilloso, pero en cuanto a la funcionalidad es un desastre. No puedes hacer una construcción que comprima la obra del artista y la someta a los caprichos del arquitecto", sostiene. "El museo ideal es aquél que deja que la obra sea la protagonista y aquél que no te obliga a colgar una obra en un pasillo", sostiene. Entre sus centros preferidos está el MAM de Tokio, el Tamayo de México o el Guggenheim de Chicago. De los que hay en la isla, aplaude el trabajo de Es Baluard.
El más joven de los artistas sondeados es Albert Pinya. También es él quien reivindica una mayor presencia de los de su condición en los museos. Por otro lado, rechaza de plano que estas instituciones sean espacios destinados únicamente a la contemplación. "Tienen que ser dinámicos. Quiero encontrarme en ellos tanto un concierto, como una performance o un recital poético. Deben caber todas las disciplinas", reclama. Cierra Pinya advirtiendo del peligro de convertir el museo-icono, firmado por un arquitecto de prestigio, en reclamo turístico. "No hay que caer en el horror del museo Disneyworld", advierte.