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foto: DANI PEDRIZA
22.05.11
Entrevista de GUILLERMO BALBONA

El Diario Montañés - SANTANDER
En este hábitat el artista protagoniza esta primavera una de las citas más singulares: una muestra de sus obras en el sexto aniversario del Centro de Arte Faro de Cabo Mayor. El mar, el horizonte y la pintura-objeto alumbrando el mundo. A través de la amistad con el pintor santanderino Eduardo Sanz, artífice de la colección del Centro, y los territorios creativos compartidos, la sala 'Isla de Mouro' del Faro da cabida a sus obras.
-¿Cómo ha planteado esta muestra?
-Surgió como un cruce de guiños. Cuando leí la referencia velada y divertida que Eduardo hizo de nuestra Hermandad Pictórica en su libro 'A Hokusai' le contesté en el mismo tono y aquel diálogo terminó cuajando en esta muestra. También surgieron después de modo natural los ecos de acontecimientos más o menos recientes, tanto personales como colectivos. El texto 'Querido Eduardo', que escribí para el catálogo y da título a la exposición, recoge todo eso. Tras el chispazo de los guiños conceptuales vino el planteamiento concreto del proyecto y elegí las obras que podrían resultar acordes con la idea y el espacio. Ha resultado ser, al mismo tiempo, un resumen cronológico de las dedicaciones de mi obra 'post-hermandad' a temáticas relacionadas con el faro en un sentido amplio. Va desde esos faros babor-estribor hasta una obra de hace unos meses -'Salam, Shalom, faro de Aarón'-que surgió precisamente del diálogo con Eduardo.
-El faro del arte español contemporáneo ¿qué ilumina en estos momentos?
-Quienes podrían iluminar realmente el arte contemporáneo son como los faros físicos: individualidades solitarias firmemente situadas en sus referencias y que, haya temporal o no, siguen emitiendo luz. Pero nuestro medio está dominado por una cultura del olvido que se mueve a la deriva, está muy satisfecha de sí misma y no quiere conocer ni admitir su situación. Sigue cegado por faros extranjeros, que tienen poco que ver con nuestras propias rutas y con las funciones reales del arte. Se quiere valorar lo autóctono pero sólo en base a su parecido con lo que se ha dado en llamar el estilo internacional, que es dictatorial y vacuo. ¿Qué marinero navegaría así con seguridad?
-¿Qué opinión le sugiere el espacio del Centro de Art de Cabo Mayor?
-Es ejemplar en múltiples aspectos. Al volver a visitarlo he reflexionado tanto que estoy escribiendo un artículo sobre él para el blog de la Associació d'Artistes Visuals de les Illes Balears, que presido. Destacaría en primer lugar su sentido de la medida, algo que comparte con la propia ciudad de Santander, cuyo sentido de las proporciones y su adecuación humana ocuparía en el primer rango entre las ciudades que conozco -y habrá visto que he viajado mucho. La colección que alberga tiene ese sentido de la medida, pero además es muy selecta, auténtica y amena. Especialmente en una segunda visita, uno descubre que detrás de su apariencia de colección abarcable en una sola visita contiene tantos matices y perspectivas que si viviera en Santander iría a verla una vez al mes. Las exposiciones temporales tan adecuadas inciden todavía más en ello. Y diré que la considero como una antítesis de esas colecciones clóricas que se han ido haciendo en los últimos años y son como álbumes de esos '20 principales' que se van estableciendo en base a juegos de marketing a menudo sospechosos.
-Eduardo Sanz, más que un amigo, ¿representa un territorio de complicidad en el hecho pictórico?
-He llegado a tener la honra de ser amigo de Eduardo e Isabel (Villar) por la confluencia en muchas complicidades artísticas. Viene de muy lejos, desde mediados de los 70, cuando aún se valoraba bastante la relación intergeneracional. Casi todas mis amistades en el territorio del arte han surgido de la afinidad conceptual y visual, no a la inversa.
-¿Qué huella ha dejado La Hermandad Pictórica Aragonesa?
-Si se refiere a huellas en los demás, no creo que sea yo el indicado para hablar de ello. No obstante, puedo decirte que 'la hermandad' nunca navegó de popa y, aunque siempre se nos ha respetado bastante, hubo siempre cierto desconcierto ante nuestras 'extravagancias' porque muchos esperaban que fueran lo que ellos consideraban como tales y no lo que iba más allá. 
-¿Cómo entiende el paisaje y qué aporta en el tiempo a su obra?
-El paisaje me aporta las máximas libertades y variedades en la expresión conceptual y en la experiencia pictórica. Uno puede deformar en extremo un paisaje sin que resulte deforme y contiene un completo universo simbólico que permite expresar todo, tanto desde la subjetividad como desde la objetividad.
-Cuando pinta el mar, ¿qué sensaciones obtiene?
-Suelo pensar en aquello de «las vidas son los ríos que van a dar en la mar, que es el morir». Río y vida, mar y muerte. Viví hasta los 21 años sobre la misma orilla del Ebro y me marcó mucho. Desde hace 29 años vivo cerca del mar. La vida y la muerte son dos conceptos entrelazados. Pero hoy olvidamos que la muerte tiene sentidos muy positivos, la hemos convertido en un absoluto, la tememos demasiado y convertimos el drama en una tragedia desmedida que pretendemos ocultar en el olvido. Hay muchas muertes en cada vida y muchas vidas tras cada muerte. Durante los noventa todos los títulos de mis exposiciones contenía la sílaba 'pas' contenida en mi apellido y en las palabras derivadas de paso.
El Cantábrico me atrae especialmente por la fusión de vida y muerte en su bravura y en su poder. Complementariamente, me resulta interesante el juego de las imágenes engañosas y tópicas de una mar Mediterránea siempre serena. Hay un juego de tensión vital en la aparente calma.
-¿Pinta con la memoria y la emoción, o todo es más racional y más frío?
Supongo que le defraudaré al decir que los dos polos están siempre presentes en mis acciones y en mi modo de ser. Soy bastante géminis.
-¿Qué le ha enseñado el paisaje?
A no desdeñar nada, cualquier lugar aparentemente anodino puede ser iluminado en cualquier momento y conmovernos.
-¿Se considera un nómada entre estilos, creaciones y emociones?
¿Cómo se ha dado cuenta?De todos modos, recuerde que un auténtico nómada es muy fiel a un centro intangible que lleva dentro y lo manifiesta en todo.
-¿Cuál es su concepto del arte?
-Un puente de doble dirección entre las ideas y las materias.
-Tras una trayectoria densa y plural, ¿qué entusiasmo y capacidad de renovación le queda?
-La convicción de que el arte ilusiona creando ilusiones y que sin ellas todo quedaría convertido en polvo. Y al final de la trayectoria llega la mayor de las creaciones: el desvanecimiento de toda ilusión.