El Mundo es fa ressò d'aquesta notícia.
Una despedida por todo lo alto y que deje huella en el gran templo de la Iglesia en Mallorca: la Catedral. Ésa parece ser la intención del obispo Jesús Murgui con el nuevo proyecto artístico que prevé para la Seu. Una gran instalación del desconocido creador algaidí Jaume Falconer que funcione como un tributo a todos los santos mallorquines. Ochenta lágrimas de cristal de Gordiola ensartadas en una base de metal, sobre las que Patrimonio decide ahora si son demasiado contemporáneas para un edificio del siglo XIII y declarado Bien de Interés Cultural.
El prelado es el alma mater de este proyecto, que servirá como despedida de su mandato en la isla y que prevé ser instalado en una de las capillas laterales del templo. Previsiblemente en la conocida como capilla dels Vermells, la primera a la que accede el visitante desde el portal de La Almoina.
Este periódico contactó ayer con el creador algaidí, que declinó hacer ningún tipo de declaraciones alegando que el proyecto aún estaba en una fase inicial. Sin embargo, el departamento de Patrimonio del Consell recibió el pasado lunes el informe completo y la solicitud para esta instalación, como ocurriera con la de Barceló.
De nuevo, al tratarse de un edificio catalogado como Bien de Interés Cultural será la comisión de este área la encargada de dar, o no, su aprobación. "Hay que tener en cuenta varias consideraciones. Entre ellas, el problema de conservación previo de la propia catedral", apuntan desde Patrimonio.
Los técnicos analizan el sentido litúrgico de la obra, aspecto sobre el que no planean dudas ya que la intervención de Falconer conmemora el Año de la Fe. Sin embargo, según ha averiguado este periódico, la vertiente artística y estética de la obra no ha convencido, de entrada, a los expertos, que velan por la coherencia del conjunto.
"No es un regalo de Murgui a los mallorquines", sentencian fuentes cercanas al obispo. Sino una alegoría y un homenaje a todos los santos de Mallorca. A diferencia de la intervención en la capilla del Santísimo que Barceló concibió como un revestimiento cerámico, la de Falconer –tal y como está proyectada sobre papel– será un conjunto escultórico con una gran estructura de hierro diseñada por el propio artista mallorquín. Sobre ella, igual que sobre la propia pared, penderán ochenta piezas de vidrio realizadas por la fábrica Gordiola.
El creador protagonista de esta iniciativa, Jaume Falconer, ya había colaborado en diversas ocasiones con el Obispado de Mallorca. Su trabajo más destacado es Creu de creus: un monumento de 54 cruces –con forma de árbol– que se colocó en Randa el pasado año con motivo de las Jornadas de la Juventud. Otra colaboración sonada fue el diseño del montaje que preparó, también en 2011, para la exposición de los lechos de Mare de Déu Morta en el Museo Diocesano.
En su taller de Algaida permanece por ahora la escultura, aunque el creador ya ha estado estos días estudiando su posible ubicación en la Seu. Pese a que técnicos de Patrimonio analizan ya el proyecto, fuentes del Consell aseguran que la valoración no estará lista para la despedida oficial de Murgui. El obispo –que el pasado lunes se reunió con la presidenta insular, María Salom– oficiará el próximo 23 de septiembre una misa en la que dirá adiós a sus feligreses.
Falconer, ajeno a los círculos artísticos, sucede a Miquel Barceló a la hora de intervenir en la Catedral y supera a Joan Miró, rechazado en su momento por la curia. Sí lo logró Antoni Gaudí con el baldaquino y las detalles modernistas del altar mayor.
Murgui, conocido por su discreción y sus escasas apariciones públicas, apostaría así por establecer un diálogo con la modernidad en un templo gótico teniendo como aliado a su artista de referencia.
Según la propia página web de la Catedral, la capilla dels Vermells está presidida en la actualidad por una pintura de la Purísima, obra de Guillem Mesquida y fechada en 1740. Una pieza que sirvió para cubrir en algunas ocasiones la imagen central del retablo. Fuentes cercanas a la Catedral aseguran que el proyecto de Falconer es flexible y que podría sufrir varias modifcaciones para adecuarse a las necesidades del templo.
Sea como sea, antes de poder conmemorar el Año de la Fe con las lágrimas de Falconer, el Obispado deberá pasar el examen de Patrimonio y sus técnicos no entienden de actos de fe.
El prelado es el alma mater de este proyecto, que servirá como despedida de su mandato en la isla y que prevé ser instalado en una de las capillas laterales del templo. Previsiblemente en la conocida como capilla dels Vermells, la primera a la que accede el visitante desde el portal de La Almoina.
Este periódico contactó ayer con el creador algaidí, que declinó hacer ningún tipo de declaraciones alegando que el proyecto aún estaba en una fase inicial. Sin embargo, el departamento de Patrimonio del Consell recibió el pasado lunes el informe completo y la solicitud para esta instalación, como ocurriera con la de Barceló.
Su instalación con motivo del Año de la Fe está prevista en la Capella dels Vermells
De nuevo, al tratarse de un edificio catalogado como Bien de Interés Cultural será la comisión de este área la encargada de dar, o no, su aprobación. "Hay que tener en cuenta varias consideraciones. Entre ellas, el problema de conservación previo de la propia catedral", apuntan desde Patrimonio.
Los técnicos analizan el sentido litúrgico de la obra, aspecto sobre el que no planean dudas ya que la intervención de Falconer conmemora el Año de la Fe. Sin embargo, según ha averiguado este periódico, la vertiente artística y estética de la obra no ha convencido, de entrada, a los expertos, que velan por la coherencia del conjunto.
"No es un regalo de Murgui a los mallorquines", sentencian fuentes cercanas al obispo. Sino una alegoría y un homenaje a todos los santos de Mallorca. A diferencia de la intervención en la capilla del Santísimo que Barceló concibió como un revestimiento cerámico, la de Falconer –tal y como está proyectada sobre papel– será un conjunto escultórico con una gran estructura de hierro diseñada por el propio artista mallorquín. Sobre ella, igual que sobre la propia pared, penderán ochenta piezas de vidrio realizadas por la fábrica Gordiola.
El nuevo 'inquilino' de la Seu haría sombra a Barceló, último en intervenir
Para los cristales –que tienen forma de lágrima– se han necesitado dos hombres en el complicado proceso de soplado. Cada pieza tendrá unos 80 centímetros de altura y 20 de ancho, lo cual da una idea de la magnitud de la intervención. "Todas están teñidas en un color azul que hemos conseguido después de añadir minerales", explican desde la compañía.El creador protagonista de esta iniciativa, Jaume Falconer, ya había colaborado en diversas ocasiones con el Obispado de Mallorca. Su trabajo más destacado es Creu de creus: un monumento de 54 cruces –con forma de árbol– que se colocó en Randa el pasado año con motivo de las Jornadas de la Juventud. Otra colaboración sonada fue el diseño del montaje que preparó, también en 2011, para la exposición de los lechos de Mare de Déu Morta en el Museo Diocesano.
En su taller de Algaida permanece por ahora la escultura, aunque el creador ya ha estado estos días estudiando su posible ubicación en la Seu. Pese a que técnicos de Patrimonio analizan ya el proyecto, fuentes del Consell aseguran que la valoración no estará lista para la despedida oficial de Murgui. El obispo –que el pasado lunes se reunió con la presidenta insular, María Salom– oficiará el próximo 23 de septiembre una misa en la que dirá adiós a sus feligreses.
Falconer, ajeno a los círculos artísticos, sucede a Miquel Barceló a la hora de intervenir en la Catedral y supera a Joan Miró, rechazado en su momento por la curia. Sí lo logró Antoni Gaudí con el baldaquino y las detalles modernistas del altar mayor.
Murgui, conocido por su discreción y sus escasas apariciones públicas, apostaría así por establecer un diálogo con la modernidad en un templo gótico teniendo como aliado a su artista de referencia.
Según la propia página web de la Catedral, la capilla dels Vermells está presidida en la actualidad por una pintura de la Purísima, obra de Guillem Mesquida y fechada en 1740. Una pieza que sirvió para cubrir en algunas ocasiones la imagen central del retablo. Fuentes cercanas a la Catedral aseguran que el proyecto de Falconer es flexible y que podría sufrir varias modifcaciones para adecuarse a las necesidades del templo.
Sea como sea, antes de poder conmemorar el Año de la Fe con las lágrimas de Falconer, el Obispado deberá pasar el examen de Patrimonio y sus técnicos no entienden de actos de fe.